domingo, 25 de marzo de 2012
martes, 20 de marzo de 2012
¡Señor!, ¿danos un avivamiento?
El título aparentemente confuso ha sido puesto así intencionalmente. El porqué
de la confusión es porque muchos supuestos cristianos hoy en día claman:
“Señor, danos un avivamiento, envía el fuego a nuestros corazones, queremos ver
este mundo de rodillas suplicando y llorando por sus pecados…”. Esto suena bien
pero, ¿Sabes cómo viene un avivamiento? ¿Estás dispuesto a pagar el precio por
ello? ¿Realmente anhelas un avivamiento?
En el capítulo 6 del libro de 2ª de Samuel se narra cómo el
rey David intentó trasladar el arca de Dios a Jerusalén, ¿un buen propósito,
no? Sin embargo, aconteció algo inesperado: “Cuando llegaron a la era de Nacón,
Uza extendió su mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes
tropezaban. Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios
por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios.” (2ª de Samuel
6:67).
Una lectura superficial del pasaje pudiera hacernos pensar
que Dios cometió una injusticia con un grupo de personas que tenían buenos
deseos. Dios hizo morir a una persona que pretendió “ayudar” a que el arca de
Dios no se cayera, porque los bueyes tropezaban. Pero este es precisamente el
más grande error que cometemos los que nos decimos “pueblo de Dios”.
Dios había dejado claro cómo debía trasladarse el arca del
pacto, aquello que era símbolo de la presencia y la gloria del Dios
Todopoderoso. David mismo lo entendió después: “Entonces dijo David: El arca de
Dios no debe ser llevada sino por los levitas; porque a ellos ha elegido Jehová
para que lleven el arca de Jehová, y le sirvan perpetuamente.” (1ª de Crónicas
15:2).
El gran error de los cristianos actuales es pretender ver la
gloria de Dios, pero bajo nuestras propias condiciones, por nuestros propios
métodos. La dura reprensión de Dios al quebrantar a Uza debiera traernos a la
memoria: “Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor.” (Deuteronomio 4:24).
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