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lunes, 28 de julio de 2014

¿Puede un hombre ser justo delante de Dios?


La naturaleza pecaminosa del ser humano y su pecado han producido malos antecedentes delante de Dios, el cual es un juez justo y recto. Debido a esto, el ser humano es un criminal culpable y condenado delante de los ojos de Dios.

Aquí nos encontramos con el más grande e imaginable obstáculo a la salvación del ser humano:
¿Cómo puede un juez que es absolutamente justo y recto justificar (declarar justo) a un criminal que es absolutamente culpable y condenado?
¿Cómo puede un ser humano escapar de la condenación del infierno?

Proverbios 17:15
15 El que justifica al impío, y el que condena al justo, Ambos son igualmente abominación a Jehová.

Ejemplo:
Supongamos que un padre de familia vuelve a su hogar y encuentra a su familia asesinada. Después de una gran y ardua persecución él consigue aprehender al asesino. Cuando el criminal finalmente comparece ante el juez, se lo encuentra incuestionablemente culpable del crimen. Pero, cuando llega el momento de darle la sentencia el juez dice lo siguiente:

“Este hombre ha cometido un crimen terrible, pero yo soy un juez muy caritativo y elijo declararlo inocente. ¡Yo declaro que él es justo a los ojos de la ley!”
Ese juez sería considerado un criminal tan grande como el ofensor. Él ha justificado al impío y es una abominación a Dios.

Si esto es así en la justicia humana, ¿cuánto más será verdad en la justicia de Dios?
¿Cómo podemos los hombres siendo malos y culpables, tener esperanza de poder enfrentar a Dios, el juez justo del universo?

¿Cómo puede Dios justificar a los impíos sin ser una abominación a sí mismo?

Proverbios 24:24
24 El que dijere al malo: Justo eres, Los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones;

Por lo tanto, ¿cómo puede Dios decirnos a nosotros pecadores “Tu eres justo”, sin violar Su propio carácter?

Esta misma pregunta se la hacía Job:
Job 25:4
4 ¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer? 5 He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos; 6 ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano, Y el hijo de hombre, también gusano?

¿Quién es el que percibe el verdadero peso de este dilema?
La única persona que puede entender el  verdadero  peso de este dilema es el pecador arrepentido. El que sabe que merece ir al infierno.
En el ámbito del gobierno humano, hay criminales que se han entregado a las autoridades para que se haga justicia, en lugar de vivir con esa gran e insoportable culpa.
Los pecadores arrepentidos saben que merecen ser castigados y que no sería justo de no ser así. El pecador arrepentido sabe que Dios no puede barrer sus pecados debajo de la alfombra y aparentar que no pasó nada, olvidarse de ellos simplemente.

El pecador arrepentido clama desde su corazón:
¿Cómo puede un Dios justo sonreírme?, ¿Cómo puede Dios bendecirme?, ¿Cómo puede el peso de la culpa ser removido?, ¡Cómo puede un hombre como yo ser justo ante Dios!
Si tu no has comprendido que tienes un grave problema delante de Dios, y eres culpable por tu pecado, entonces no puedes comprender este dilema. Necesitas primero entender tu pecado.

Imputación
Hay una sola respuesta a este dilema. Alguien tiene que pagar por los pecados de los pecadores. La justicia debe ser satisfecha, ¿de qué forma?.
1. La justicia podrá ser satisfecha por el sufrimiento del pecador para siempre en el infierno, día y noche, sin parar, un tormento eterno.

2. O podrá ser satisfecha por alguien más en su nombre. Alguien completamente justo, sin pecado, sin mancha. Alguien que pueda nivelar la balanza de justicia a tu favor, pagando un precio muy alto.

Hoy te quiero decir que ese alguien ha venido, El Señor Jesucristo. El Señor Jesús ha venido a nivelar la balanza que estaba inclinada totalmente en tu contra.

1 Pedro 2:24
24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados

Isaias 53:4-5
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

¿Cómo ocurre esa gran transacción? 
Para comprenderlo debemos considerar primero la palabra “imputar”.
Esa palabra se traduce de varias formas como: culpa, inculpar, tomar en cuenta, considerar, atribuir.

Para comprenderlo mejor miraremos el pasaje de la carta de Pablo a Filemón acerca de la devolución de su esclavo Onésimo.

Filemón 17-18  Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo. 18 Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.

Aquí Pablo instruye a Filemón a “ponerlo a su cuenta” (imputar), cualquier deuda de Onésimo, no era la deuda de Pablo, pero por su propia voluntad la tomó como suya y fue cargada a su cuenta.

Esta misma palabra y las otras que se asocian son usadas con respecto al pecado. Por ejemplo , la Biblia dice: “donde no hay ley, no se inculpa de pecado” Romanos 5:13 (el pecado no se imputa, no se carga).

Romanos 4:5-8
5mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. 6Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye (imputa) justicia sin obras, 7diciendo:
Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos. 8Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa (imputa) de pecado.

¡Que gloriosa transacción! Nuestros pecados no nos son imputados porque han sido imputados a Cristo, aceptándolos como si fueran su propia deuda. El los ha pagado por completo.

Vemos esta misma realidad en el concepto del Antiguo Testamento de llevar sobre sí el pecado:
En el día de la expiación dos machos cabríos eran sacrificados, uno derramaba su sangre para expiar por sus pecados y el otro (el vivo) llevaba los pecados a un lugar solitario.

Levítico 16:15  
Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio.

Levítico 16:21-22
21y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto.22 Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir al macho cabrío por el desierto.
Aquí Dios usa dos machos cabríos para mostrarnos una sola verdad acerca de la obra de expiación del Señor Jesucristo. Por un lado, Él muere por nuestros pecados, y por otro, como resultado de esa muerte, Él lleva eficazmente nuestros pecados fuera de la presencia de Dios.

La pregunta que te quisiera hacer el día de hoy es ¿has puesto la mano de fe sobre el Señor Jesucristo y le has dado tus pecados para que los lleve a un lugar solitario?
Debes entender esta gran verdad ¡Un sustituto ha muerto en nuestro lugar!

Isaias 53:6
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

Así es como un justo Dios puede justificar en un tribunal celestial a quienes fueron criminales toda su vida. Él abre nuestro libro de contabilidad y ve que nuestra deuda ha sido imputada a su amado Hijo.

Además Él ve que nuestra deuda ha sido pagada completamente por Jesús.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16
Dios en su gran amor ha abierto un camino para salvarnos de Sí mismo y de su propia justicia. Él ha dado a su hijo para morir en nuestro lugar.

El corazón del Evangelio
Estas verdades son el corazón mismo del evangelio. Vemos en Romanos 3:21-26, un pasaje un algo complejo, pero que una vez aclarado el término “imputación” nos queda más sencillo de entender.

Romanos 3:21-26
21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

Pablo declara que Cristo murió para pagar la deuda de nuestros pecados, para que Dios pudiera justificar a los pecadores y al mismo tiempo permanecer justo.
En el AT los pecados, eran meramente pasados por alto, el pago de su culpa iba siendo acumulado (o preservado) año tras año, hasta que el Cordero viniera, para que a través de su muerte pudiera expiarlos. Hebreos 9:15.

Y era necesario que Cristo muriera públicamente, demostrando la justicia de Dios para que todos lo vieran, satisfaciendo completamente la deuda de los pecados en la cruz.
En este sentido, Cristo murió no solamente para justificar a los hombres, sino para justificar a Dios, su muerte en la cruz vindicó y demostró la justicia absoluta de Dios al justificar a Su pueblo.

Cristo, a través de su muerte, remueve la ira del juicio de Dios que está sobre nosotros.
Somos justificados por un don, es decir, de una forma absolutamente gratuita para nosotros, a través de la redención que es en Cristo Jesús, sin embargo la justificación en muy costosa para Dios.

Somos justificados al recibir el don de justicia, es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo.  Romanos 3:22
Pero es por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Solamente los que creen en él.

Reflexión
·         ¿Estás todavía llevando la carga de tu pecado y tu culpa?
·         ¿Estás todavía bajo la ira de Dios?
·         He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29)
·         Hay una fuente abierta para lavar el pecado y la impureza, es un manantial. (Zacarías 13:1)
·         La sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado
·         No importa cuán grandes sean tus pecados, no son nada comparados con el valor infinito de la sangre de Cristo… la preciosa sangre del Cordero ha sido derramada
·         Donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia (Romanos 5:20)
·         Ven a Él, El te invita y te manda a venir; no debes temer que estás siendo presuntuoso en venir. Dice la Biblia, el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente del agua de la vida.
·         Si has escuchado la voz de Dios….Ven a Él… Toma el agua de la vida.
·         Echa tus pecados sobre Él y confía  en Él quien es el que carga tus pecados.

·         Cree en el Señor Jesús y serás salvo. (Hechos 16:31)

Por Ernesto Ramírez
Basado en el libro Justificación y Regeneración del pastor Charles Leiter.

1 comentario:

  1. A Dios sea la Gloria porque No merecemos nada, pero por Su Gracia somos Salvos! Que joya la que acabo de encontrar en el internet, Dios les bendiga!

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